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Desde que nacemos, uno de los primeros sentidos en desarrollarse es el olfato.
Cuando somos bebés, es el olfato el que nos ayuda a identificar a nuestros padres y nos ayuda a crear conexiones, y esto seguirá siendo así, el resto de nuestra vida.

Hay estudios probados que afirman que nuestro cerebro recuerda un 1% de lo que palpamos, un 2% de lo que oímos, un 5% de lo que vemos, un 15% de lo que probamos y el 35% de lo que olemos.

Y no sólo esto, sino que premios Nobel aseguran que la memoria olfativa puede retener hasta 10 mil aromas y que tiene una conexión directa con el área del cerebro que controla las emociones.

Esto ya lo hemos comentado en este blog en otros artículos. Es muy fácil asociar un recuerdo a un determinado olor y siempre que nuestro olfato lo perciba, ese recuerdo viene a nuestra mente.

Esta característica se está aprovechando ya en algunos colegios y centros infantiles, que utilizan los aromas para influir en el estado de ánimo de los niños, para estimular su concentración y su memoria.

Es un hecho certero, que uno de los aromas más utilizados cuando hay niños en casa, es el aroma a bebé, tanto en colonias, como en ambientadores.
 

Si este olor se utiliza para aromatizar una guardería por ejemplo, los niños se sentirán más seguros y tranquilos.

Pero no sólo esta terapia puede utilizarse en guarderías o colegios, sino que también es muy útil y puede utilizarse en áreas infantiles de restaurantes, hoteles, etc.
 

Si está demostrado que los olores evocan recuerdos, y recuerdos positivos, se puede utilizar esta ténica en sitios más hostiles para los pequeños, como la consulta de un dentista o la sala de espera de un hospital.